Aprendí alguna vez que la verdad se esconde a simple vista...
Hace tiempo descubrí de manera fortuita que ningún
condimento supera en sabor a la ensalada al natural, el delicado y fresco sabor
de las verduras matiza de manera increíble el paladar dejando fuera de
competencia el más refinado aceite o el más elaborado condimento.
Lo que ahora me resulta imperdonable es que no haya asimilado
la lección que esto implica.
Desde hace un tiempo estoy buscándome inútilmente en
distintos espejos, imágenes nítidas trataban de seducir mi verdad, como
propuestas decentes con color de pasado que no me convencían.
Y la verdad, simple como toda verdad, estaba en la ensalada.
Hoy el silencio de mi alma llega a mi mente, esa paz serena
que hace demasiado tiempo que no sentía.
Lejos está el denso ruido de la rutina de ayer, lejos la
preocupación por lo que vendrá, e inundando mi realidad los sabores crudos que
matizan lo que soy.