Una larga historia dentro de la historia de los pueblos marca la identidad pobre y mediocre de la humanidad, la historia de la esclavitud es tan remota que es difícil establecer su origen.
Ni las religiones más importantes, ni los filósofos más elevados, ni los profetas que definieron la moral y los dioses, dieron su tiempo para abolir la esclavitud, fueron los propios esclavos que tras años de lucha desigual, de muertes tan injustas como su cautiverio lograron alcanzar la luz de la libertad, luz que muchas comunidades aún les falta afianzar.
Es difícil entender este fenómeno, como podría un hombre tratar a otro como un animal doméstico sin que se perturbe su conciencia?, darle órdenes como a un perro, darle de comer y hacerlo dormir con menos dignidad que un animal. Y aunque pudiéramos entender a un hombre o una mujer, como entender a pueblos enteros, los que se encontraban en la sima de la cultura.
De hecho la historia de la esclavitud me sirve en lo personal para entender la historia de la cultura, pues a mi criterio empezaron juntas, y sueño a veces con que también terminen tan hermanadas como empezaron.
Las respuestas que justifiquen este fenómeno social pueden ser muchas, pero la que más me satisface es que los propietarios de esclavos no los veían como hombres o como pares, tal vez el color distinto de la piel, la falta de vocabulario acorde al estúpido concepto de civilización marque en sus pobres mentes una diferencia que los aleje de su humanidad.
Tras las luchas, tras la sangre derramada en reclamo de lo justo, la cultura manifiesta en tono de discurso que la esclavitud ha terminado, ocultando nuevamente a su hermana entre sus pliegues.
Pero no es así, la oscuridad no ha terminado, solo es más macabra y tenebrosa, y como lo hiso en su momento vuelve a nutrir el sadismo y la perversión, que necesita alimentarse de almas inocentes para mantener su podredumbre.
La trata de blancas supera en crueldad y bajeza todo lo conocido en la historia del comercio de almas, niñas y niños son robados, privados del calor de la mirada materna, de la simpleza perfecta de un juego de niños, del amor, la ternura y todo aquello que nutre un ser para ser feliz, miles de adolescentes son raptados y privados de todo futuro que concibamos como tal, privados de su vida, de su dignidad, de su esperanza. A cambio sus cuerpos están condenados a la violación, sus mentes condenadas a la mutilación, sus personalidades serán despezadas.
Están destinados a sufrir vejaciones de cuerpo y espíritu hasta que la muerte se apiade de sus desdichadas vidas, ellos están olvidados de dioses y también de la mayoría de nosotros. Pero no te engañes están muy cerca nuestro, en nuestro barrio, cerca de nuestro trabajo, en nuestro entorno.
Te pregunto ahora, quien sos, que sos, sos parte de la complicidad de la muerte, de la tortura, de la mentira?
El silencio es complicidad, también es cobardía, pero no sirve, cuando el dolor te alcance será tarde, allí encontraras tu valor, pero no te alcanzará para sanar tu alma.
Tal vez todavía estés a tiempo.
Si ves o sabes algo de este macabro comercio de inocentes utiliza las asociaciones que se dedican a combatir este flagelo, sé inteligente, no lo denuncies directamente pues eres demasiado vulnerable, pero denuncia y veras que eres digno de mirar a un niño a los ojos, y de sentarte en paz sabiendo que hiciste lo correcto. Tal vez sin saberlo estas salvando a tu hijo o a tu hija, al niño que no te arrancaran de tu alma.
Y tal vez, te estés salvando a ti mismo.