viernes, 13 de mayo de 2011

Un Sueño Raro


Las luces de los leños jugaban con cálidos reflejos, las sombras dibujaban formas efímeras en la pared.
En la sala todo estaba ordenado, era de noche, había un hogar con leños encendidos.
No era mi casa, pero no me resultaba extraña, me acerco a una mesa, alguien estaba sentado mirando el fuego, levanta la vista y me observa, sus ojos eran extraños solo podía ver su mirada, no podía enfocar su rostro.
“Siempre me fascinó el fuego”, me comenta con tono irónico.
“Supongo que por eso a mí también”, le comento en el mismo tono.
Alcance a divisar un gesto de satisfacción y en un ademan simple me invitó a sentarme.
Me desplazo a la pared lateral y tomo una botella de vino de una pequeña bodega, con la naturalidad que hacemos las cosas en los sueños, tomo un buen vino, recuerdo que era un Malbec cosecha 2004 edición limitada.
Lo sirvo en dos vasos sencillos pero muy finos, él lo sujeta con una mano, lo eleva en gesto de brindis y lo degusta con delicadeza.
Y mientras observa el vaso aún lleno comenta: “Mejor que el de Caná”, y ríe con soltura. “Los milagros son cosa de hombres”, le contesto con algo de nerviosismo.
Pruebo el vino, lo encuentro perfecto, y me asombro el sentir su gusto, “pero si estoy soñando”, murmuré en voz alta, él me mira encoje los hombros y comenta: “que es real amigo, yo nunca lo fui y aquí estoy”, y vuelve a servir los vasos.
Me mira serio y comenta: “tú lo sabes, siempre lo supiste, pero la mayoría siempre gana amigo mío”
Observé un momento los reflejos que jugaban en mi vaso y reflexiono en silencio, es verdad, siempre supe que dios no existía, y aquí estaba él tomando un buen vino con migo.
Él muy sereno continua mirando el fuego, y sin perturbar la quietud del silencio comenta: “yo no soy real, pero mi hijo si lo es, sé que eso te perturba amigo”
Sonreí de manera relajada, saboreamos el segundo vaso de vino, y quedamos en silencio, noto que mi silla es cómoda del tipo reposera con apoya brazos, me reclino disfrutando el momento, él me observa como esperando una respuesta.
En mi mente se agolpaban imágenes y conjeturas, con la velocidad que solo puede contener un sueño, “quien puede ser demasiado real para no ser humano, y demasiado perfecto para serlo”.
Poco a poco las imágenes se fueron dispersando, y sentí en mi nuca la presión de la almohada, a lo lejos los reflejos del fuego se esfumaban, en mi boca todavía quedaba el exquisito sabor del vino, y una frase que se repetía una y otra vez: “porque me buscas entre los muertos”…

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